MANUEL MORALES ESPINOSA

Manuel Morales Espinosa

Escultura, vídeo, performance

16 mayo 2022


  SANT BOI XXXIV CIUTAT GEGANTERA 2022


 COMPLEX ESCULTÒRIC


"Geganta de l'Aigua, Manotes Bailaó i Nano Cervell"


Geganta de l’Aigua, Manotes Bailaó i Nano Cervell”, una obra de Manuel Morales Espinosa en los márgenes de nuevos paradigmas en la escultura pública urbana.

 

Emociona ver, descubrir, percibir el conjunto escultórico que regala Manuel Morales Espinosa a la ciudad de Sant Boi de Llobregat. Muchos, la gran mayoría lo van a ver por primera vez desde el coche. Al ser una escultura pública y urbana, ubicada en una de las rotondas de acceso a la ciudad, uno llega a ella y la transita desde una interesante deambulación iniciática ad-hoc a la personalidad e intención de este artista poliédrico (escultura, instalación, performance, artes visuales, documentalismo, composición musical, educación social…).

Manuel, partícipe desde hace décadas, de la vida cultural, artística y social santboiana (la Saleta, la Peixateria, el CCCA, Camps Blancs…), comenzó su andadura como discípulo de Juan de Andrés, a su vez discípulo destacado del gran Torres García, y lo hizo desarrollando sus creaciones en una línea universalista y de activismo que daría paso, desde su admiración a Beuys, a una obra personal comprometida con la naturaleza. Trabajador incansable en una interdisciplinariedad creativa con fines didácticos y de cohesión social, tras su paso por proyectos de envergadura, como haber sido uno de los fundadores del Festival Internacional de Performance de Barcelona, trabaja actualmente en proyectos internacionales siendo una pieza clave en el Centro de Arte Can Castells de Sant Boi de Llobregat y colaborador-asesor de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona.

Manuel Morales es fiel a aquella frase de Xavier Pedrós  “Actúa en tu barrio y cambiarás el mundo, actúa en el mundo y cambiaras tu barrio” y en esa línea uno se encuentra sorpresivamente con su obra titulada Geganta de l’Aigua, Manotes Bailaó i Nano Cervell, una obra pública no tanto porque esté en la vía pública sino más bien porque desde su generosidad, es patrimonio del público: los ciudadanos de los barrios y los ciudadanos del mundo.

Confieso que conocía vagamente este proyecto gestado en el imaginario de Manuel Morales Espinosa hacía tiempo, pero le había perdido la pista hasta que sorpresivamente me lo encontré de golpe en mi campo visual entrando con mi automóvil en Sant Boi. En aquel momento, cosas de la memoria semántica y de la memoria episódica, recordé cuando vi por primera vez el monte Everest. Lo vi, rara avis desde arriba, desde un avión, llegando en un vuelo desde la lejana Europa con destino a Katmandú. Y lo vi porque estando dormido, me despertó ese característico susurro de la gente que al unísono participa de algo sorprendente, claro, no podía ser yo menos en gozar de ese sublime espectáculo. Lo sublime tiene muchas connotaciones, en la más romántica y en la línea de Argullol, es el sentirse pequeño ante algo enorme, desorbitado, grandioso, bello, impactante. A Goya casi le pegan cuando susurró -¡Sublime¡ viendo quieto, anonadado, la belleza del incendio del Teatro principal de Zaragoza mientras maños y mañas corrían con cubos y cubos de agua para apagarlo.

A mí me resultó sublime ver este conjunto escultórico, rara avis desde un coche, y verlo guiado por el susurro de mi hija pequeña, que fue quien me alertó entrando en la rotonda exclamando como solo un niño puede hacerlo - ¡Mira papá que chulo!-. Esa es la más grande y sincera crítica de arte que se puede hacer. Y claro, en seguida me di cuenta de que era la obra soñada desde hacía tiempo por este santboiano ilustre, hombre afable, amable, cariñoso y enamorado de su ciudad sus barrios y nunca mejor dicho de sus barros

Confieso que di varias vueltas a la rotonda ante la sorpresa de otros conductores. - Se ha perdido debieron pensar-, cuando lo cierto es que era todo lo contrario, - me había encontrado -, había encontrado ese momento sutil, sublime y gratificante que todos nosotros soñamos. La obra de Arte es una historia de pasión. También Confieso que aparqué y me acerqué con mi hija, a pesar de la dificultad de acceso (no hay pasos peatonales), y a ella, mi hija, le pareció aún más chula que antes.- ¡Que grande Papá! - . Nos sentimos bien, a gusto, con olor a tierra, próximos a nuestro ADN ancestral, habitantes del símbolo, observadores y a la vez partícipe, antiguos y a su vez más modernos que los más modernos. Descubrimos, y este es tal vez el descubrimiento emocional, que, en aquellas sabias arcillas, que no necesitan cocción, habitaban abejas y otros insectos. Se había producido, de la tierra y el agua, el milagro de la vida. Una vida, no obstante, que nos debe preocupar por su fragilidad. He aquí que el conjunto es también habitáculo, hogar y esperanza.

Imagino a Manuel Morales Espinosa con sus manos curtidas y sabias moldeando estos barros, sedimentos fluviales. Compactando, apretando, interviniendo como los antiguos (decía Borges que la contemporaneidad volverá a pasar por lo antiguo). Estas arcillas y licorellas, los barros,  son el material destacado en este conjunto en el que Manuel nos representa personajes históricos y característicos del mundo gigantero en un simbolismo no exento de su acento activista. Y es que el artista desea hacernos pensar, en la excelencia de su concepción de la vida inseparable de la naturaleza, sobre el futuro de la humanidad.

Sus actores son una triada mágica en acción, La Geganta de l’Aigua, mujer, recolectora de agua pluvial con sus brazos abiertos, mater, quien preserva ese bien preciado y tan poco valorado por nuestra prepotencia y suprematismo occidental. A ella, le acompaña el Manotes Bailaó, un personaje giróvago, elíptico y dinámico, un danzarín que homenajea la cultura popular, aquella que es patrimonio, memoria y ancestro. A cuidar, preservar, difundir y reivindicar. Y el último vértice de este triángulo es el no menos interesante Nano Cervell, el típico capgrós grotesco que representa con su enorme cabeza el extraordinario mundo infantil, lleno de sabiduría innata y pura que ha de transformar el futuro de la humanidad.

Acostumbrado a obras escultóricas de carácter público y urbano eclécticas en su concepción, en las que prolifera y prevalece el mero hecho estético o en ocasiones un conceptualismo elitista alejado de la realidad, que distorsiona más que cohesiona, agradezco al artista Manuel Morales Espinosa su gran valentía, el ser él mismo (íntegro e insistente) y el utilizar en sus obras materiales ecológicos, naturales y sostenibles, preservando la memoria y contribuyendo a que el gran patrimonio inmaterial que es la artesanía y los oficios no se olviden y desaparezcan. Como ciudadano darle las gracias por este gran regalo, hecho con sus manos, también con su corazón. Admirar su respeto a la naturaleza y convertirse con ello en ejemplo a seguir.

Animo actualmente a mis alumnos de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona a aproximarse a personalidades, obras y trayectos que les motiven en el altruismo, los valores éticos, la cohesión social, la igualdad , la democracia y la sostenibilidad. Este es un caso mayúsculo.

En mis enunciados docentes aparece Manuel Morales Espinosa y su obra Geganta de l’Aigua, Manotes Bailaó i Nano Cervell como objeto de conocimiento. Animo a mis alumnos a visitar y sentir esta obra que encaja en los nuevos paradigmas de lo que considero debe ser la escultura pública y urbana. Un punto de encuentro, reflexión y compromiso en lo humano.

Espero y deseo que poco a poco esta obra se dé a conocer. Se defienda como obra de arte de interés social, artístico y cultural en las iniciativas públicas locales y translocales. Sant Boi tiene un tesoro y tal vez todavía no se ha percatado.

 

Gracias de corazón Manuel Morales Espinosa.

 

Rafael Romero Pineda.

Profesor de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona.

Investigador Principal del Grupo de Innovación Docente M.I.M.A (Memòria i Materia Artística). Universidad de Barcelona.